Tal día como hoy, el 11 de febrero de 1542, el explorador extremeño Francisco de Orellana descubría el río Amazonas y emprendía una aventura que cambiaría la geografía y la historia del mundo. Lo que comenzó como una expedición en busca de riquezas terminó convirtiéndose en un viaje épico a través de una de las regiones más inexploradas y peligrosas del planeta.
La Expedición en Busca del "País de la Canela"
Orellana, pariente de los conquistadores Pizarro, tenía ya una vasta experiencia en la conquista del Perú. En 1540, Gonzalo Pizarro, gobernador de Quito, recibió el encargo de explorar y conquistar el "País de la Canela", una región del Ecuador oriental supuestamente rica en un árbol llamado ishpingo, cuyo fruto se asemejaba a la pimienta dulce.
Junto a Orellana, emprendió una travesía que los llevaría a cruzar los Andes a finales de febrero de 1541. Durante meses, su expedición avanzó por la densa selva, enfrentándose a enfermedades, escasez de provisiones y constantes enfrentamientos con los pueblos indígenas. La situación se tornó crítica, obligando a los líderes a tomar una difícil decisión: separarse.
Orellana y la Separación Fatal
Con la misión de encontrar provisiones, Orellana partió con cincuenta hombres navegando río abajo. Sin embargo, la fuerte corriente del río le impidió regresar, dejándolo sin más opción que continuar avanzando. Mientras tanto, Gonzalo Pizarro, al ver que Orellana no regresaba, decidió regresar a Quito con los ochenta supervivientes de su grupo.
El Viaje por lo Desconocido
Orellana no se rindió. Construyó un nuevo barco, al que llamó Victoria, y junto con sus hombres decidió seguir el curso del río. A lo largo de su travesía, enfrentaron la feroz hostilidad de los indígenas, quienes los atacaban desde las orillas. En uno de estos encuentros, los españoles divisaron guerreros con largos cabellos que, en la confusión del combate, creyeron que eran mujeres. Inspirados en los relatos mitológicos, bautizaron el río como el "Río Grande de las Amazonas".
El relato de esta epopeya fue recogido por el fraile Gaspar de Carvajal, quien participó en la expedición. En su crónica, describe los continuos enfrentamientos y los sufrimientos padecidos, incluyendo el momento en que él mismo fue herido por flechas indígenas, salvándose gracias al grosor de sus hábitos.
Un Legado Inmortal
El 26 de agosto de 1542, tras recorrer 4.800 kilómetros a través de un territorio completamente inexplorado, la Victoria finalmente llegó a las aguas del Atlántico. Orellana había hecho historia, convirtiéndose en el primer europeo en recorrer el Amazonas de extremo a extremo.
Su expedición, aunque marcada por el sufrimiento y la incertidumbre, dejó una huella imborrable en la cartografía y en la historia de la exploración. El Amazonas, el río más caudaloso del mundo, lleva consigo la memoria de una de las aventuras más extraordinarias del siglo XVI, protagonizada por un hombre que desafió lo desconocido y cuyo nombre sigue vinculado para siempre a la grandeza de la selva.