La Planta 14

La Leyenda del Dios Yaincoa

"Cuando el dios Yaincoa terminó la creación del mundo, el dios Dis, uno de los dioses infernales, intentó romper la tierra para que el fuego se apoderara del Universo. Para evitarlo, durante siete días el dios Yaincoa entabló una feroz batalla contra el dios Dis, resultando al fin vencedor Yaincoa.

Para conmemorar la victoria sobre su enemigo, Yaincoa acarreó enormes piedras durante otros siete días para construir un templo que recordara a todos los seres que el valle era un lugar sagrado. Después esculpió un enorme Órgano y compuso siete sinfonías para que fijaran el espacio de los siete horizontes y siempre hubiera un canto en cada boca y en cada rostro una hermosura nueva."

Esta leyenda es ibera. En Montoro de Mezquita hay una pared inmensa totalmente vertical, natural, con forma de tubos de órgano; cuando sopla el viento se puede escuchar la "música" que el dios Yaincoa fijó en el espacio de los siete horizontes. Este lugar es conocido como "Los Órganos de Montoro" y es uno de los emblemas naturales del Maestrazgo.

Ruta de las pasarelas de la Hoz Mala (Aliaga)

Hoy nos vamos con una de las rutas más espectaculares que podemos hacer en la provincia de Teruel, concretamente nos vamos a la Comarca de las Cuencas Minera, al pueblo de Aliaga y donde enlazaremos tres preciosas rutas en una. Empezaremos por el sendero fluvial y enlazaremos con la espectacular Hoz Mala y acabaremos por los miradores de la Hoz Mala para regresar a nuestro punto de partida. Aliaga, pertenece a la comarca de las Cuencas Mineras y pertenece a Teruel. En esta pequeña población, encontraréis un parque geológico muy importante en España al igual que su senda fluvial.

La ruta por las pasarelas de la hoz mala, en Aliaga, en Aliaga, es una de esas rutas no aptas para gente que padezca de vértigo. Te impresionará desde un principio os lo podemos asegurar. El Parque Geológico de Aliaga es un espacio natural, a la vez que un mirador desde el que se puede contemplar los últimos 200 millones de años de historia de nuestro planeta. Algunas de sus magníficas formaciones y estructuras geológicas, modeladas en espectaculares relieves, son consideradas por los científicos como ejemplos casi únicos en el mundo.

No es una ruta difícil. Algunos tramos pueden ser resbaladizos debido a la pendiente de los mismos. Será suficiente con andar con precaución. Estar preparado físicamente no es primordial, pero si tienes vértigo, tal vez lo pases mal. No es mucha la altura que encontraremos en las pasarelas pero algunos tramos discurren por el borde de la montaña, a cierta altura.

No hagas la ruta si hay tormenta. Esto es importante porque nos adentramos en un barranco muy cerrado que acumula mucha agua de lluvia. El torrente cuando llueve tiene mucha fuerza, así que evita ir si va a llover. Después de lluvias fuertes es probable que algunos tramos estén inaccesibles. La fuerza del agua se lleva por delante las «palancas» que cruzan el río.

La ruta se puede iniciar desde varios sitios y a al vez acabar en varios sitios . Aquí mostramos una ruta completa que incluye tres tramos completamente diferentes: un recorrido fluvial por el entorno de Aliaga, el barranco de la Hoz Mala y los miradores. En total 21 Kms. pero que no es necesaria hacerlo así. Cada cual según sus interese y forma física.

Descripción de la ruta

Comenzando desde el Albergue de Aliaga, ubicado en el barrio de Santa Barbara, a unos 2km del casco urbano principal. Inicialmente va por una bonita chopera al lado del río de la Val. Cruzamos la carretera que va a Camarillas y aquí justo está la Porra de Aliaga, interesante formación geológica.

Seguimos por la chopera y pasamos por las afueras de Aliaga, llegando ya al río Guadalope, que será el que ya seguiremos viendo en toda la ruta. En las afueras de Aliga encontramos el Santuario Nuestra Señora de la Zarza, con merendero a su lado, fuente, lavadero. Interesante zona.

Seguimos bajando al lado del río cruzando varios pequeños puentes hasta que encontramos las primeras pasarelas que nos ayudan a salvar un resalte en la roca. Pasamos por interesantes parajes de ribera y de formaciones geológicas sorprendentes; salvando algún tramo del río por pasos equipados de escaleras, peldaños y pasamanos. Este precioso y sencillo paseo fluvial cuenta con algún paso equipado con pasarelas y grapas donde se nos hará más divertido el avance. Aun así, es un tramo de río precioso con unos chopos cabeceros de un porte espectacular y que nos obligará parar para tomar alguna instantánea.

Alejados ya del pueblo y entrados en una zona más encañonada, tocará subirse a las primeras pasarelas y disfrutar sobre todo de algo que nos dejará embobados durante nuestra ruta, y es que nos encontramos en el primero Parque Geológico de España. La infinidad de pliegues, sinclinales, sedimentos, formaciones rocosas y un largo etcétera, hará que además de disfrutar de una ruta con agua, podamos deleitarnos con un paisaje único. Llegaremos con el Guadalope a desembocar en el embalse de la Aldehuela (Aliaga), donde impone todavía la figura decadente del edificio de la antigua central térmica.


Central térmica de Aliaga

La central térmica de Aliaga está ubicada a una altitud de 1089 msnm, propiedad de la compañía Eléctricas Reunidas de Zaragoza (ERZ), integrada posteriormente en ENDESA. Su construcción, comenzó en el año 1949 con la idea de aprovechar el carbón lignito extraído en las minas locales. Contaba con un pequeño embalse sobre el río Guadalope desde el que se alimentaba el circuito de refrigeración de la central.


Se trataba de un circuito cerrado con torre de refrigeración. Tras 30 años de funcionamiento, se decretó su cierre definitivo en 1982, en el final de su vida útil quedando relegada al más absoluto de los olvidos.

Barranco de la Hoz Mala

Y una vez que bajamos hacia el puente metálico que nos cruzará el río junto a la presa del embalse, debemos girar a mano derecha para enlazarnos con la nueva ruta a recorrer, el sendero de la HOZ MALA, que será ahora protagonista de nuestra ruta.

La Hoz Mala es un abrupto barranco excavado por el Río Guadalope y que nos ofrece una preciosa estampa geológica de altísimos paredones, plegamientos imposibles y un sendero bien adaptado en sus tramos más complicados. Ahora toca una serie de sube-bajas, de poco desnivel que nos va llevando hacia dentro del barranco y desde el cual vamos a ir admirando su geología tan espectacular y a disfrutar en muchos casos de las turbulencias, saltos, pozas y rincones que ofrece el río Guadalope en su trasiego por esta hoz.

Pronto llegan unas vertiginosas pasarelas para salvar los desniveles que los paredones imponen en la vertical hoz mala. Y es que en tiempos remotos, debía de ser una zona poco transitada por su dificultad de acceso. Estas instalaciones, a veces polémicas por su impacto, ofrecen una ruta sencilla de pasar y dotan a la caminata de un aire aventurero. En mi opinión, siempre que no se abuse, en algunas rutas es factible este tipo de impacto.


A partir de aquí, la ruta ya discurre junto al río, evitando desprendimientos de rocas, sorteando pequeños resaltes, pero siempre todo con buena equipación, sobre todo en las partes complicadas o comprometidas. Ni que decir tiene que la geología sigue siendo la protagonista de la ruta y en cualquier rincón te encuentras con auténticas joyas geológicas.


La ruta sigue y sigue y llegas a pensar que no se acaba nunca el barranco. Hasta que llegados al punto de cruzar una pasarela de madera, junto a una antigua canalización de agua, nos abre a un valle más amplio y descubrimos la escondida Masia de la Tosca.


Llegados a este punto, encontramos junto al río una zona de picnic donde podremos descansar y retomar fuerzas. En teoría la ruta de la Hoz Mala ya ha terminado, así pues tenemos la opción de volver por nuestros pasos, o realizar una ruta un poco circular que aunque no tenga tanto atractivo como las propias pasarelas puede ser una opción si no queremos cruzarnos con gente nuevamente.

Miradores de la Hoz Mala

Hay una finca privada que no se puede atravesar y que hay que rodearla hasta llegar a un pequeño valle que nos lleva a la carretera. Optamos por subir la montaña para andar por los miradores que discurren por encima del río Guadalope. No encontramos la senda y subimos "campo a través". 


Llegamos a el Mirador de Los Estrechos del Guadalope, imponente panorámica, desde ese punto se puede observar los impresionantes cortados y vuelos de los buitres leonados que incluso se les puede ver volando por debajo de nuestra perspectiva, ambos miradores de gran belleza. 


Llegamos a la Aldehuela, antiguo barrio de los trabajadores y jefes de la central. Este es un barrio construido en la época de pleno desarrollo minero en Teruel, eran las viviendas de los trabajadores de la antigua central térmica.


Entramos en él por su calle principal, la recorremos unos 150 metros y en una curva a la derecha la abandonamos para seguir una pista de tierra a la izquierda, dejaremos los últimos edificios del barrio para seguir por un viejo y erosionado sendero, este nos irá subiendo hasta un pequeño collado, aquí ya podremos ver los Estrechos de la Aldehuela y a su derecha el Alto de las Vagonetas con su túnel, si nos fijamos veremos el balcón donde se encuentra uno de los dos miradores el Mirador del estrecho de la Aldehuela, hacia donde nos dirigimos.


El túnel excavado para el teleférico permitía el transporte del carbón de las minas a la central. Los dos miradores están ubicados en el Alto de las Vagonetas, uno a cada lado del túnel, es un enclave único no solo por su valor geológico y sus panorámicas sino porque por allí pasaba el funicular minero que trasportaba el carbón por cable aéreo hasta la central térmica de Aliaga. Era el único funicular que existía en la península en los años 60.


Desde el mirador ya se divisa el pueblo de Aliaga y por un camino bien trazado llegamos a él. Desde este lugar regresamos al barrio de Santa Bárbara que es donde iniciamos nuestra ruta.


Aunque la ruta que nosotros hemos elegido (Ruta fluvial + Ruta Hoz Mala + Circular) son unos 22 kms, es posible hacer una ruta más corta (Hoz Mala) aparcando el coche en la central térmica y realizando sólo el tramo de dicha hoz. Pero si lo que te gusta es caminar no dudes en hacer toda la ruta tal y como la contamos, es verdaderamente espectacular.

Pirene y el origen de los Pirineos

Cuenta la leyenda que Pirene era la más hermosa hija del dios Tubal, dueño entonces de estas tierras. Había sido nombrada cuidadora de las aguas y vivía entre la inmensidad de los bosques, donde paseaba y disfrutaba de la naturaleza. 

Cuando Hércules se dirigía a efectuar uno de sus doce trabajos, atravesó uno de los bosques. En el encuentro, los dos se enamoraron y se amaron en la noche tibia. Sin embargo, Hércules pronto olvidó sus promesas de amor y decidió continuar su camino, abandonando a Pirene.  Los rumores de la belleza de la hija de Tubal también habían llegado hasta Gerion, un mounstro de tres cabezas que vivía en Eriteia. Gerion fue al encuentro de Pirene e intentó tomarla, pero ante su rechazo, decidió quemar el bosque que ardió entre las llamas.

La noticia llegó a oídos de Hércules, que volvió sobre sus pasos para ayudar a Pirene. Pero cuando llegó ya era demasiado tarde. Solo encontró un cuerpo sin vida. Pirene había muerto en el incendio.  Destrozado y arrepentido por la pérdida, Hércules decidió enterrarla entre unas enormes y hermosas piedras, dando lugar a la cordillera que llevaría su nombre, los Pirineos. 

Las últimas llamas del inmenso incendio que mató a Pirene se apagaron y las nieves lo cubrieron todo. Pero con su deshielo, la vida empezó a volver al bosque. Poco a poco, emergieron verdes prados y crecieron hermosas flores. Los ríos recuperaron su energía y los ibones se llenaron. Los animales y el equilibrio de la naturaleza regresaron.

Las personas también empezaron a construir pueblos y poblar los valles. Y al mismo tiempo, llegaron los gigantes, atraídos por la belleza de estas montañas. Sin embargo, eran seres temidos y despreciados por los dioses. Así que vivían escondidos. Uno de los gigantes se llamaba Netú. Tenía fama de ser malvado y su carácter era terrible. Aunque vivía perdido en las montañas junto a sus ovejas, nadie osaba cruzarse en su camino. Pobre del que lo hiciera. 

Cuenta la leyenda que un día, un mendigo apareció en el Valle de Benasque. Era muy trabajador y en seguida se ganó el afecto de la gente del lugar. Contaba historias a pequeños y mayores e hizo grandes amistades. Sin embargo, pasados unos meses, decidió continuar su camino. Las gentes del valle le advirtieron sobre Netú, pero el mendigo siguió su marcha y se adentró en el valle. Tras varios días de viaje, el agua y la comida se agotaron. Y a lo lejos, observó un rebaño. Confiado, se acercó.  De repente, apareció el gigante Netú, pues eran sus ovejas. En vez de huir, el mendigo, amable y humilde, se decidió a pedirle ayuda. Pero el gigante, fiel a su mal genio y avaricia, se la negó. No quiso darle agua ni comida. «Suerte que te dejo marchar vivo», le dijo.  El mendigo, sorprendido por tanta codicia, le contestó con calma: «tu corazón es duro como la roca, ojalá todo tú se convierta en piedra».

En ese mismo instante, Netú observó como su cuerpo se petrificaba. En pocos segundos quedó convertido en una gran roca. Y lo que hoy conocemos como la cima del Aneto es en realidad, Netú convertido en piedra.

Pequeño vals vienés

El poema “Pequeño vals vienés” está incluido en el libro de poesía Poeta en Nueva York, uno de los mejores libros de poesía de Lorca, editado por primera vez en México y en Estados Unidos en 1940, cuando el autor ya había sido brutalmente asesinado en la Guerra Civil española. Lorca fue exiliado en la muerte, dejó de leerse, de estudiarse y de publicarse en la España de la posguerra y la dictadura.

El poeta llega a Nueva York en 1929 para hacer un curso de inglés y dar conferencias en distintas universidades americanas, y esa ciudad le impacta profundamente. Esta etapa representa y define el surrealismo lorquiano. El rechazo hacia una civilización “desnaturalizada” se plasma en esa obra en la que Lorca vuelve a ponerse del lado de los oprimidos: los negros, los excluidos del bienestar social, los niños…

El surrealismo de esta época lleva los símbolos y las metáforas al extremo; y hace que en todo el libro se viva en una especie6 de caos y confusión, de sueño destructivo.

Lo forau d'Aigualluts

Si estamos en Benasque haciendo montaña o de vacaciones, visitar el Forau de Aigualluts es casi obligatorio. Una ruta imprescindible que recorre paisajes increíbles entre las grandes montañas y donde podemos disfrutar de las tranquilas aguas d’Aigualluts antes de que inicien un sorprendente viaje bajo tierra. Un paseo muy agradable, de apenas hora y media de duración, que discurre a los pies de Aneto y del glaciar más grande de los Pirineos. El nacimiento de esta cascada se debe a la fusión del hielo glaciar que cubría la parte alta del pico Aneto. Después estás aguas desaparecen en la tierra para aflorar al otro lado de la cordillera, al norte, en el Valle de Arán, en la cuenca del río Garona, el cual desemboca en océano Atlántico en la ciudad francesa de Burdeos. Un hermoso paseo que termina en un mirador privilegiado de la montaña más alta de la cordillera, el Aneto. 

Iniciamos la excursión en la explanada de la Besurta, a la que se accede por pista desde los Llanos del Hospital. Durante los meses de verano, Semana Santa  y el puente del Pilar la pista queda cerrada al tráfico y se habilita un servicio de autobús que enlaza Benasque, Llanos del Hospital y la Besurta. El camino coincide con el que va al refugio de la Renclusa.  En primavera, la senda se ve inundada de vistosas flores, además es fácil ver grupos de sarrios encaramados en las inclinadas laderas del valle. El silbido de alarma de las marmotas delata también su presencia.

En pocos metros encontramos el cruce que va hacia el refugio de la Renclusa, utilizado por los montañeros que van camino de la Maladeta o del Aneto, nosotros continuaremos hacia la izquierda.  A partir de aquí comienza un tramo en el que salvaremos la mayor parte del desnivel de la excursión. Hay que subir un repecho conocido como el paso de los araneses. Superado este desnivel llegaremos al Forau d’Aigualluts, que es un enorme agujero donde se precipitan y se pierden las aguas provenientes del deshielo de los glaciares del Aneto y las Maladetas.

Continuamos por el sendero bordeando el forau por su izquierda y en apenas 5 minutos más llegaremos a la cascada de Aiguallut, desde donde divisaremos ya el glaciar y pico Aneto, que con sus 3.404 m de altitud es el más alto de los Pirineos. Al final de la cascada se encuentra el punto al final de nuestra excursión, el Pla d´Aigulluts, una extensa llanura por la que discurren calmadas las aguas formando pequeños meandros antes de comenzar su misterioso viaje bajo tierra. El pla d´Aigualluts, a los pies de los Montes Malditos, es uno de los rincones más espectaculares de todos los Pirineos. Desde aquí es posible divisar el Aneto, que con 3.404 m es la cima más alta de los Pirineos, y su glaciar, el más extenso de toda la cordillera. El lugar invita a relajarse y jugar. Podemos aprovechar para descansar y comer algo. 

A partir de este lugar podemos realizar otras excursiones hasta los ibones del col del Toro o Barrancs, la ascensión a la Tuca de Mulleres o la exigente y peligrosa ascensión al pico de Salenques. Estos últimos son picos de 3000 mts. 

El regreso lo realizaremos por el mismo camino que a la ida. Si nos apetece tenemos la opción de realizar la vuelta salvando las aguas de Aigualluts con la ayuda de un par de puentes de madera y pasando por el collado y el refugio de la Renclusa, desde donde parte la ruta normal de ascensión al Aneto, es una ruta más larga pero interesante. 

EL FORAU D’AIGUALLUTS

Este salto de agua es misterioso porque así en metros más allá de su caída se filtra bajo tierra en el agujero de 80 m de diámetro y te 40 de profundidad. Y lo más curioso es que su caudal no alimenta el río Ésera, ni recorre Benasque, que sería lo más lógico, sino que por debajo del suelo cambia de vertiente. Había una cueva subterránea cuyo techo se desplomó dejando al descubierto el sumidero que recibe el nombre de torca. A través de conductos y galerías subterráneas permiten un trasvase oculto y natural que lleva las d’Aigualluts a la vertiente norte de los Pirineos, surgiendo a borbotones en las entrañas de la tierra de los llamados Uelhs Deth Jòeu ya en el valle catalán de Arán. En total, 3,6 kilómetros del recorrido, con 600 m de desnivel que hará que, contra la ley de la naturaleza, las aguas del Aneto desembocan en el océano Atlántico cerca de Burdeos. 

El cántaro mágico

¡Hola! Soy el Sol. Todos los días amanezco muy temprano por oriente y me acuesto a dormir por occidente. Me gusta recorrer el mundo repartiendo mis rayos de sol, conocer personas y lugares diferentes cada día. En mis viajes diarios, año tras año, desde lo alto del cielo he podido conocer historias de niños y niñas como tú y me gustaría compartirlas contigo. Hoy te voy a contar la historia de una niña llamada Aurelia. ¿Te apetece? Pues sigue leyendo... 

El Cántaro mágico

En un valle de Guatemala, dominado por la sierra de los Cuchumatanes, había un pequeño pueblecito donde vivía Aurelia junto con sus padres y sus tres hermanos pequeños. Todas las mañanas Aurelia se levantaba temprano, se vestía con el huipil típico de su comunidad, cogía un cántaro y se iba a por agua con el resto de las mujeres y niñas, mientras sus hermanos iban a la escuela.

En su pueblo, las encargadas de ir a por agua eran las mujeres y las niñas. La fuente de agua estaba situada en la montaña, a tres horas de camino; así que invertía toda la mañana en recoger para ella y su familia el agua necesaria para beber, cocinar, limpiar y asearse. Por eso, Aurelia no podía ir a la escuela; y eso le entristecía. A ella de mayor le gustaría ser maestra y enseñar a niños y niñas a leer y escribir. Pero ir a por agua era más importante que todo eso, ya que es imprescindible para vivir.

Un día, volvía Aurelia de la fuente cargada con un cántaro lleno en la cabeza, se tropezó y se le cayó el cántaro de agua y se rompió.

—¡No! –exclamó Aurelia–. ¡Se ha roto el cántaro! Aurelia se puso a llorar porque ese día su familia no iba a tener agua. 

Tendrían que beber agua del río para calmar la sed, pero beber del río les daba dolor de tripa, se ponían malos y en el pueblo de Aurelia no había médico. El transporte al puesto de salud más cercano tardaba varias horas en llegar, dependiendo de cómo estuviera la carretera, y el médico costaba mucho dinero; dinero que la familia de Aurelia no tenía. Su madre no podría hacerles la comida, así que pasarían hambre. No podrían asearse, por lo que estarían sucios.

—¿Qué voy a hacer ahora? –exclamó desolada. 

Aurelia comenzó a caminar abatida, sin parar de llorar, de vuelta a casa. Las lágrimas le nublaban la vista y, de repente, entre lágrimas vio un cántaro en mitad del camino. Se frotó los ojos incrédula:

—¡Ah! ¡Un cántaro! ¿Lo habrá perdido alguien? Miró a un lado y al otro del camino. No había nadie. 

Lo cogió con mucho cuidado y lo observó con gran perplejidad y detenimiento. Miró en su interior. No había agua; sólo una inscripción que Aurelia, como no sabía leer, no pudo descifrar.

—¿Qué significará? –se preguntó. 

Entonces se puso en marcha hacia la fuente; estaba tan contenta que llegó enseguida, llenó el cántaro y fue a casa rápidamente, porque su madre estaría preocupada. Cuando llegó, entregó el cántaro a su madre, empezaron a utilizar el agua que Aurelia había traído y no le contó nada del percance que había sufrido.

Al final del día, Aurelia y su familia se dieron cuenta de que sucedía algo extraño: el cántaro que había traído Aurelia seguía lleno. Habían bebido, habían utilizado el agua para cocinar y para asearse y el cántaro seguía lleno. No le quisieron dar mucha importancia; pensaron que igual habían utilizado menos agua que de costumbre. A Aurelia este hecho extraño le alegró mucho, porque al día siguiente, como no tenía que ir a por agua, pudo ir con sus hermanos al colegio. 

Su primer día en el colegio le encantó, porque aprendió muchas cosas nuevas y compartió risas y juegos con otros niños. Pero su felicidad no era plena, porque echaba en falta a las otras niñas de su pueblo con las que iba a por agua.

—Ahora estarán volviendo al pueblo presurosas con sus cántaros llenos de agua. Ojalá pudieran ellas también venir a la escuela. 

Cuando volvió a casa, Aurelia les contó a sus padres muy contenta todo lo que había aprendido en la escuela.

—Me alegra que te guste la escuela –le dijo su madre–. Mañana también podrás ir.

—¿Ah, sí? –exclamó Aurelia mientras daba un salto de alegría.

—Mira, Aurelia –le dijo su madre mientras señalaba el cántaro de agua que Aurelia se había encontrado. Aurelia miró y asombrada vio que el cántaro continuaba lleno.

—¡Sigue lleno! —Sí –le dijo su madre–. Tu padre y yo estamos asombrados . 

Entonces Aurelia tuvo una idea.

—Mamita, podríamos compartir el agua del cántaro con el resto de las familias del pueblo para que las niñas no tengan que ir a por agua y así puedan ir, como yo, al colegio.

—Me parece una idea estupenda –respondió su madre. 

Y así fue como Aurelia, gracias al cántaro mágico, cumplió su sueño de poder ir al colegio y ser maestra y enseñar a otros niños y niñas todo lo que había aprendido. Además, ninguna niña del pueblo tuvo que ir a por agua hasta la lejana fuente nunca más. Ninguna familia volvió a enfermar por beber agua del río. Siempre había agua para cocinar, asearse y limpiar. Todo el pueblo agradeció a Aurelia que trajese el cántaro mágico al pueblo, porque les había traído la felicidad.

El cántaro mágico siguió dando felicidad al pueblo de Aurelia durante años. Y un día, cuando Aurelia era ya una anciana feliz rodeada de sus hijos y nietos, fue a coger un vaso de agua del cántaro mágico y, entre los reflejos del agua, pudo ver que al fondo había algo. ¡Era la inscripción que no pudo leer el día que encontró el cántaro mágico! Así que lo sacó a la luz del sol para poder leer claramente la inscripción y leyó:

—“Lléname de tus deseos”.

Entonces Aurelia se emocionó y, entre lágrimas de alegría, se dio cuenta de que el cántaro siempre iba a estar lleno, porque su deseo no era ser maestra sino que nunca faltase el agua en su pueblo. para que las niñas también pudiesen ir a la escuela.