UnavueltaporMascún_T01#16El pájaro espino

El misterio de la Losa Mora

El Dolmen de la Losa Mora está situado en un hermoso paraje del entorno del “Vallón de los Moros” en los aledaños del barranco de Mascún, entre las localidades de Nasarre y Otín, en plena Sierra de Guara. La denominación del dolmen junto con el topónimo de su entorno ya nos alerta del halo de misterio que rodea a ambos.

Corresponde a una estructura de tipología sencilla que es la más habitual en nuestro Pirineo. Está erigido con tres grandes losas verticales laterales que configuran una cámara rectangular, abierta por una cara a modo de entrada, y cubierto con una gran losa horizontal. Otra más pequeña cierra parcialmente la entrada. En origen, un túmulo de piedras y tierra cubriría todo el monumento, excepto una pequeña abertura “la ventana dolménica” que facilitaría su acceso para practicar los sucesivos enterramientos. De este túmulo, que debió medir en torno a 12 metros de diámetro, se conservan los restos a sus pies.

Se entiende que su presencia provocara a lo largo de los siglos extrañeza y admiración, tejiéndose en torno a él varias leyendas y hechos fantásticos que la tradición oral nos ha legado como un tesoro hasta nuestros días. Seguro que a luz del fuego del hogar fueron objeto de transmisión entre muchas familias de estos valles.


Cuenta la leyenda, a él asociada, que un rey moro quedó prendado de la belleza de una joven cristiana habitante de esos contornos. Ella le correspondía pero no así sus familiares que veían imposible el amor entre dos personas que rezaban a dioses diferentes. Una mañana, pensaron en huir a otro lugar donde poder vivir su amor sin que nadie los conociera ni los juzgara. Muy temprano, quedaron en el fondo del barranco de Mascún, con la esperanza de que nadie viera su escapada. Sin embargo no fue así. Caballeros cristianos vieron a la feliz pareja enfilar el camino del norte e iniciaron una implacable persecución. Los caballos de guerra, mucho más rápidos, poco tardaron en alcanzar a la pareja mientras que sus jinetes disparaban una lluvia flechas. En un quiebro del camino, los enamorados pusieron pié a tierra y se escondieron entre grandes arbustos. Los caballeros pasaron veloces y el ruido de los cascos de sus monturas se perdió en la lejanía. El rey moro, feliz porque creía que había logrado despistarlos, volvió la cabeza a su amada en el momento en que ésta, mirándolo con ojos lánguidos, exhaló su último aliento. Una de las flechas había alcanzado a la joven en el corazón. Loco de dolor, dejó a su amada en el suelo, justo en el lugar donde había fallecido y amontonó grandes piedras para que las alimañas no profanaran su cadáver. Cuando los caballeros cristianos volvían con las manos vacías, él salió a su encuentro y se dejó matar para permanecer por siempre al lado de su amada. Los cristianos, al ver tamaña prueba de amor, lo sepultaron en la misma tumba que había construido y que, desde entonces, se llama Losa Mora.

Otra leyenda, sin embargo, asegura que el dolmen fue construido por una hilandera gigante que caminaba hilando por el camino que va de Rodellar a Otín. Llevaba en la cabeza una gran piedra en equilibrio mientras andaba. Cuando terminó su labor y se sentó, lo hizo en medio de dos grandes piedras que surgían verticales del suelo. Allí quedó depositada la piedra que llevaba sobre su cabeza y allí continúa, formando el dolmen.

También se contaba la historia de un tendero de Rodellar que, cada vez que pasaba junto al megalito, aparecía misteriosamente una figura, mujer unas veces, hombre otras, que se montaba en el burro que llevaba y lo molían a palos.

Y hay otros relatos más que detallan fenómenos extraños, voces, apariciones de seres fantásticos, un compendio de enigmas que nos asoman a un universo mágico. Toda una forma de explicar por qué estas imponentes obras aparecen en plena naturaleza, manteniendo, seguramente, el deseo de sus constructores de sobrevivir en el tiempo.

Vuelta al Barranco de Mascún por las fajas

No me cansaré de volver una y otra vez a esta sierra. Cada rincón, cada pueblo, cada senda poseen la magia y el encanto que te atrapa en cada visita. El Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara es muy conocido por el barranquismo, pero lo más espectacular del lugar es la variedad y espectacularidad de los paisajes formados por la erosión sobre el terreno, habiendo muchos lugares impresionantes con variedad de paisajes muy recomendables. 


El valle de Rodellar y todo su entorno se caracteriza por tener una orografía muy accidentada y difícil, donde los habitantes de antaño han sabido ganarse a pulso. Realizamos este itinerario que discurre por ambas vertientes del eje principal; el río Mascún. La totalidad de la ruta trascurre por senderos bien trazados, con largos tramos aéreos que no presentan dificultad. Nos encontramos con vistas aéreas espectaculares de las formaciones rocosas que flanquean el barranco. Auténtico bosque de agujas, farallones, gargantas, ventanales y monolitos calizos. La erosión y el paso del tiempo han modelado caprichosas obras de arte kársticas que el hombre ha bautizado con nombres como La Ciudadela, Cuca Bellostas, Peña los Moros, La Pipa, Puntas de Cagatés, El Beso… Se trata de un entorno único, un recorrido que lleva el genuino Sello de Guara.


Empezamos la ruta en Rodellar, justo a la entrada vemos Casa Florentino, nos desviamos por la derecha por el Camino de Cheto. El sendero asciende en dirección norte entre muros de piedra seca, carrascas y quejigos hacia el pequeño poblado de Cheto. Aunque no tenga población fija y sea diminuto, Cheto no está abandonado. Durante unos cuantos kilómetros avanzaremos en dirección noreste.


La senda serpentea entre matorral y realiza revueltas para adaptarse a la morfología del terreno. Cruzaremos el seco Barranco de la Virgen e iremos ganando altura alejados de la garganta del Mascún. Ahora viene una constante subida para superar el barranco, llegamos a una planicie de erizones donde podemos contemplar una de las mejores vistas de todo el cañón e incluso el sendero de vuelta. 


Vamos acumulando kilómetros por un paisaje algo monótono. Por el norte nos alegran la vista las nevadas cumbres de las Tres Serols, del Macizo de Monte Perdido. Tomaremos la dirección de Saltador de as Lañas, bonito tramo que desciende por una amplia faja herbosa que poco a poco va a ir estrechándose hasta convertirse en una espectacular cornisa que milagrosamente permite atravesar el acantilado, justo en la vertical del gran saltadero del Barranco as Lañas. El sonido del agua nos indica que estamos próximos al cauce del río Mascún. Accedemos a una bonita faja que corta una pared.


La Sierra de Guara y más en concreto, la cabecera del río Mascún, esconden un rincón de increíble belleza: el Saltador de las Lañas. Aquí, en medio de un umbrío circo, el agua cae en cuatro escalones unos 30 metros a una gran poza de color verde turquesa. 


El color de estas cristalinas aguas se repite en toda la Sierra de Guara y se debe a que este es un paisaje kárstico, en el que la disolución de la roca caliza da lugar a este característico color de las aguas y también, a la formación de unos cañones que son la marca que distingue a esta sierra pirenaica. Un claro ejemplo son el Cañón del río Mascún y el Saltador de las Lañas.


Ahora nos espera una subida importante por un sendero en continuos giros denominado: Sendero d'as Zinglas, franqueando las imponentes cornisas hasta el barranco de Raisen. Viendo la verticalidad cuesta creer que exista un sendero (cuidado no equivocarse). El recorrido no es difícil, tan solo en un par de puntos donde la cornisa se estrecha hay que prestar especial atención para no dar un tropezón tonto.


Avanzamos hasta lograr ver el Despoblado de Otín, al cual vamos acercándonos lentamente contemplando las casas en ruinas. La entrada la realizamos junto a la ermita de la Virgen del Barranco. 


Seguimos con la ruta hacia el cauce del barranco de Otín que lo cruzamos y empezamos a subir hasta los dos grandes robles (caxigos) que encontramos en el camino, la subida ya quedó atrás y llameando al lado del Caxigar d'Otín. Ahora nos espera la bajada por A Costera d'Otín que nos llevará hasta el fondo del Barranco Mascún, cuyo cauce alcanzaremos en su zona más ancha y transitable: o Real. De paso recordemos las dos peñas más conocidas del barranco y a cuyo lado hemos pasado: el Puntal d'a Costera y la Cuca Bellosta. 


Después, continuamos caminando por el interior del barranco de Mascún, donde alternamos tramos de sendero, con otros por lo que avanzamos por medio del lecho pedregoso del barranco. Cuando el cañón por el avanzamos se estrecha, aparece ante nosotros, la que es sin duda unas de las figuras más representativas del Parque Natural, el Delfín.


Luego llegaremos a la Fuente Mascún de donde sale el agua del interior de la roca.  Según la tradición oral, cuando venían las crecidas, de la boca de la surgencia salían hojas de haya, debido a la ausencia de este árbol en la zona, la explicación vendría por el terreno kárstico del cual está formada la Sierra de Guara, una red de laberínticas simas, y corrientes subterráneas de agua, que serían las responsables del transporte de estas hojas, procedentes de los hayedos de la cuenca del Ara en la Sierra de Jánovas. Tras cruzar el cauce en varias ocasiones cogemos a la izquierda el Camino as Graderas y contemplar la recién restaurada Cruz d'as Graderas. Ya solo nos quedan los últimos metros hasta llegar a Rodellar.


En definitiva una ruta muy interesante e imprescindible. No es complicada pero si larga y en algunos tramos hay que tener cuidado. Vamos a compartir nuestra actividad con numerosos barranquistas, escaladores y domingueros. Esta zona ofrece muchas e interesantes alternativas de ocio. Podemos completar con la visita al bonito pueblo de Alquezar.

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