La capacidad de ignorar lo negativo

Imagina por un momento que estás en medio de un día caótico. Noticias, redes sociales, conversaciones cargadas de tensión… todo compite por tu atención. Y no solo eso, sino que también activa tus emociones más reactivas. ¿Qué pasaría si pudieras decidir conscientemente qué ignorar? Hay una frase que resume esta idea: “Siempre rehúye lo que te irrita”. Suena simple, pero ¿con qué frecuencia lo aplicamos?

Piensa en esas situaciones que te sacan de quicio: una discusión recurrente en la comida, las decisiones que toman otros y que te afectan… Si sabes que estas cosas te alteran, ¿por qué insistimos en enfrentarlas una y otra vez? La respuesta no está en cambiar a los demás, sino en nuestra propia actitud. Aquí entra en juego una habilidad fundamental: la capacidad de decidir. Decidir, por ejemplo, que no vas a entrar en debates que sabes que terminan en frustración. Decidir que vas a apartarte de lo que alimenta tu malestar.

Pero cuidado, ignorar no significa rendirse o ser débil. Es una muestra de fuerza, una prueba de que conoces bien tus emociones y sabes manejarlas. La próxima vez que algo te irrite, intenta decirte: “Conozco esta reacción en mí, pero esta vez no voy a dejarme llevar”. Después de ese primer paso, da otro: elimina esos estímulos de tu vida. Al hacerlo, encontrarás algo invaluable: paz y serenidad.

Ignorar lo negativo no es huir de los problemas, sino elegir conscientemente en qué quieres enfocar tu energía. La calma no llega por casualidad; es una elección diaria que se cultiva con pequeñas decisiones.