La conquista del Castillo D'Acher

Dominando la Selva de Oza se encuentra una de las más originales montañas de la Península Ibérica. Para algunos es una montaña perfecta, casi mágica; es el Castillo d’Acher. Recibe este nombre por su peculiar forma, similar a una fortaleza defendida por bellas murallas inexpugnables en todas sus vertientes. La parte superior está coronada por una meseta kárstica rodeada de pequeñas cimas en forma de sierra.

Al parecer el nombre de “Acher” viene del vocablo vasco “aitza” que significa peña, roca… No en vano en esta zona hay varios topónimos que reciben un nombre similar, Achar del Alano, Achar de los machos o lago de Acherito.

En esta zona encontramos también vestigios de nuestra historia. Dólmenes prehistóricos, como los de Guarinza y Aguastuertas, o cromlech, como el de la Corona de los Muertos. Una calzada romana que uniría la capital del Imperio con Osca (Huesca) y Cesaraugusta (Zaragoza), y que pasaba por el puerto de Palo (Pau en francés), nos daría idea de la importancia de este paso por los Pirineos. Incluso se dice que estas paredes contemplaron la batalla de Roncesvalles...

Hay varias rutas para subir a esta montaña pero hoy voy a describir la más clásica. El punto de partida es el Campamento Juvenil Ramiro el Monje, pronto nos adentramos en un cautivador y húmedo bosque de hayas que sube paralelo al barranco de la Espata. A pesar de que la considerable pendiente no da tregua, es una delicia caminar por este bosque, disfrutando de la sombra que proporciona, los sonidos del agua y los animales que lo habitan. La senda, evidente y bien marcada, nos guía con seguridad en la ascensión.

Al salir del bosque nos encontramos con una zona herbosa y abierta desde la que podemos contemplar las magníficas estampas de Peña Forca, Secús, Txaeras, Costaniza y la siempre cambiante figura del castillo. Llegaremos al refugio forestal de Acher y desde allí iniciaremos la ascensión al Castillo. Es la parte más dura. Una senda, o serie de sendas (todas conducen al mismo sitio) muy descompuestas, nos lleva a los pies de la muralla, donde deberemos buscar unas grietas o canales (yo conozco tres que son accesibles) que nos llevarán a la parte alta. Es una zona pedregosa y muy exigente, que te invita, de vez en cuando, a usar las manos en pequeñas trepadas. Una vez salvado este obstáculo se camina por una senda muy cómoda que nos lleva primero a la Punta Sur (2346 mts.) y luego a la punta Norte (2384 mts.). Desde allí podemos contemplar vistas espectaculares: Mesa de los tres Reyes, Petrechema, Bisaurín y el majestuoso Midi d’Ossau entre otros. El descenso se realiza por el mismo camino.

La última parte de esta excursión es bastante exigente y si tenemos vértigo, o no estamos acostumbrados a la alta montaña, es mejor plantearse una excursión alternativa más accesible. No obstante, solamente con llegar a la zona del refugio y dar un paseo por allí vamos a sentirnos embriagados por un paisaje que no deja indiferente a nadie. A este lugar se el conoce como las “Planas de la Cotienda”, un sitio mágico donde se combinan los colores verdes de los prados, los rojos intensos y el gris de la piedra caliza de la montaña. Además compartiremos nuestra estancia con vacas, caballos y ovejas pastando plácidamente, y no es raro ver grupos de sarrios y algunas marmotas.

Para concluir he de decir que es una ruta agradable de paisajes variados y vistas increíbles. Un entorno espectacular que me ha obligado a repetir esta cima en varias ocasiones, unas veces solo y otras acompañado, pero sabiendo que volveré de nuevo. Y si queremos redondear la jornada podemos darnos un chapuzón en el río Aragón Subordán, visitar el yacimiento de la Corona de los Muertos o el monasterio de San Pedro de Siresa, pasear por el bello pueblo de Echo, o darnos un homenaje gastronómico en cualquiera de los establecimientos de este valle.

Siempre rubrico mi ascensión tomando una cerveza en el chiringuito de la carretera que está presidido por una inmensa haya centenaria; y embriagado de naturaleza en estado puro (que no de jugo de cebada) me vienen a la mente los versos de la canción “puya enta Oza” del Grupo Folklórico Val D’Echo”:

“Entre praus, faus y abetes
Los mil colós que dan las flos cuando amanece
Fan que pilles la senda
Dende la Selva
Pa dixarte en Chipeta, Peñaforca u Acher”