Los loros disfrazados

Cuenta una conocida leyenda de Ecuador, que tras el diluvio universal, se salvaron dos hermanos, un niño y una niña, que decidieron refugiarse en una montaña mágica. Y esta montaña era mágica porque crecía según iban  avanzaban las aguas, dejan­do así una isla que nunca se cubría. Los niños se resguardaron en una cueva de esa isla, pero en­seguida se dieron cuenta de que no tenían nada para comer comer. ¿Cómo podrían sobrevivir en esa inhóspita cueva?

Durante varios días recorrieron la pequeña isla, en busca de comida, pero no consiguieron encontrar nada. Pero al fin una tarde, al volver a la cueva, descubrieron cerca una montaña de hojas frescas con frutas, carnes, maíz y todos los alimentos que habían soñado durante todos estos duros días de hambre y desesperanza.

A partir de entonces, todos los días, al despertar, se encontraban con todos esos alimentos. ¡Y no sabían cómo llegaban hasta allí! Los niños se morían de curiosidad por ver quién llevaba hasta allí aquellos manjares. Dispuestos a descubrirlo, se escondieron entre unos matorrales. Estaban deseando ver quién o quiénes les estaban salvando la vida. Y al cabo de un rato, de repente vieron llegar a una pareja de guacamayos, de alegres y vivos colores, disfrazados de personas. Los niños salie­ron de su escondite, pero no pudieron aguantar la risa y algunas palabras de burla al ver a los pájaros disfrazados de esa forma. Los guacamayos, enfadados, se llevaron la comida y deci­dieron no volver.

Los niños comprendieron que habían sido unos desagrade­cidos. Se pasaron entonces todo el día pidiendo perdón a gritos, para que los animales pudieran escucharles. Los loros volvieron, perdonaron a los niños  y se hicieron sus amigos. 

Pasaron varios días, y el agua se apartó poco a poco. Los niños querían volver a su cabaña, y decidieron regresar pero con uno de los guacamayos amigos.  Pero al bajar, sucedió algo sorprendente: toda la bandada de loros siguió a su compañero. Al llegar al poblado, totalmente vacío tras el diluvio, los loros se transformaron en personas muy alegres y bellas, y el poblado volvió a recuperar su vida.