La Pardina del Señor

El bosque de la Pardina del Señor o de la Pardina Ballarín, en Fanlo, está considerado uno de los doce bosques españoles más bonitos para visitar en otoño, siendo una parte de las selvas que se extienden en el valle del Chate (o del Xalle, como también se le conoce).

En el termino municipal de Fanlo, en el límite del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, encontramos la Pardina del Señor. Una verdadera joya natural. El bosque es uno de los más ricos en biodiversidad de todo el Pirineo y está considerado como uno de los más espectaculares de Europa en otoño.

El antiguo nombre del lugar era Pardina Vallarín, y así se recoge en los primeros mapas de 1919. Cada año, cuando se acerca el otoño, comienza una metamorfosis que se manifiesta en una asombrosa cantidad de colores. La diversidad y cantidad de especies que allí se dan son las responsables de semejante belleza.

Empezamos la ruta en la carretera que lleva a Fanlo. Hay un cartel indicador. Envuelto mayoritariamente entre pinos, el sendero baja en acusadas lazadas hacia el lecho del río Chate, que alcanza al lado de una bonita poza. Nada más cruzar el cauce, una señal advierte que el bosque por el que vamos a transitar es de propiedad privada, por lo que no hay que salirse del sendero señalizado.

El camino empieza a remontar la ladera meridional del Pueyo Ballarín o Punta Trallata. Cruza el barranco Lana d’as Bracas y, algo más adelante, el d’Ixos. Tras una subida, se alcanza el paraje de la Cruceta, desde donde el itinerario inicia un llaneo orientado al solano. En todo este tramo, sin que desaparezcan los pinos y algún abeto, además de bojes y acebos, se caminan junto a hayas, arces, abedules, avellanos, serbales de los cazadores, tilos, álamos temblones, majuelos, olmos de montaña, fresnos y, cada vez más visibles, robles. Uno de estos robles es un ejemplar monumental situado junto al muro de una antigua faja de cultivo, pues el bosque estuvo dedicado a la explotación agrícola-ganadera y, sobre todo, maderera hasta los años 50 del pasado siglo. En realidad, excepto algunos ejemplares, es un bosque recuperado en un tiempo relativamente corto.

A la hora y media, aproximadamente, se alcanza la arruinada pardina Ballarín o del Señor, un conjunto de instalaciones desde donde se explotaba el monte, sobre las que se localizan las ruinas de una ermita de origen románico. La senda desciende ahora a cruzar el barranco A Casa, llegando a un hayedo en el que destaca algún ejemplar de grandes dimensiones, superviviente de las antiguas talas. Es un trecho de camino espectacular.

El sendero pronto se interna en tierras de Broto, donde los robles y los quejigos ganan protagonismo. La ruta deja atrás unas bordas enzarzadas y se adapta a la ladera, atravesando sucesivas vaguadas. Más adelante, pasa junto a la Fuen Cubillata y llega a las bordas de San Esteban, pertenecientes a los vecinos de Buesa, pero cuyo origen fue un antiguo poblamiento. Junto a estas construcciones, un cartel indica un ‘escape’ del GR 15 que, en bajada y por pista (1,6 km; 25 min) lleva hasta otro punto de la carretera Sarvisé-Fanlo.

La ruta larga prosigue sin abandonar el GR 15 y pronto cruza el barranco A Lezina. Poco después alcanza el barranco y la fuente Baño, un manantial de agua sulfurosa que fue muy concurrido antaño por sus propiedades curativas. Se continúa entre pinos y robles, bajo el altozano donde se localiza la ermita de la Virgen de Bun, alcanzando más adelante la pequeña localidad de Buesa, a la que se entra por el barrio de la Iglesia.

Una ruta fácil, de unos 16 kms. con poco desnivel y que es un auténtico disfrute para los sentidos. Y allí dejamos acabamos nuestra aventura, que se puede completar dando un paseo por los alrededores de Broto, visitando la espectacular cascada del Sorrosal o relajarse en los llanos de Planduvial.