Circular por Cuencabuena

Cuencabuena hace honor a su nombre. Fundada en el siglo XII tras la conquista cristiana, se le asignó un topónimo que fuera atractivo para los nuevos pobladores, destacando las bondades del lugar. Nueve siglos después, las capacidades de Cuencabuena siguen siendo prácticamente las mismas: un barranco modesto pero permanente, unas fuentes de excelentes aguas, unos huertos cortos pero bien regados y una vasta extensión de monte bajo dominado por un rebollar ancestral.

Inciamos nuestra particular andada a la salida del pueblo en el cruce de entrada. Los primeros pasos discurren entre unos árboles de singular morfología, son los chopos cabeceros. Son árboles trasmochos, de los que se tienen noticias documentales desde al menos el siglo XIV a través de las cartas de concesión de dehesas en medios fluviales por parte de Jaime II. Estas arboledas forman parte de riberas modificadas por el ser humano, que logró vincularlas al sistema agrícola, como sustento auxiliar del ganado, articulación de vías pecuarias, extracción de vigas y travesaños para levantamiento de edificios, utilización como combustible natural y aprovechamiento de excedentes para su eventual comercialización.

Seguimos por el barranco de Cuencabuena y antes de dejar el pueblo tomamos un cruce a la derecha que nos guiará por tierras de cultivo características de color rojo por la presencia de tierras arcillosas. Toda la excursión se hace por pistas agrícolas. Hay varios cruces de caminos por lo que hay que prestar atención. La ruta no está marcada por lo que es necesario ir provistos de un GPS o en su defecto un móvil donde llevemos la ruta programada para no perdernos.


Siguiendo esta ruta llegaremos al al Rebollar con un sotobosque donde aparecen especies como el espino albar, madreselvas como la Lonicera etrusca, el espantazorras, nombre vulgar que tienen su origen en el ruido que producen los frutos al entrechocar cuando las ramas son movidas por el viento... El Rebollar está en muy buen estado en comparación con la degradación de la vegetación alrededor como consecuencia de de la presencia de los cultivos de cereal. 


Siguiendo el camino llegaremos a un pueblo llamando Valverde. Como en muchos otros pueblos de la zona, aquí encontrarás algo singular, no es nada espectacular a primera vista, ni te pueden indicar el punto exacto donde encontrarlo, pero a poco que pasees por aquí, incluso sin salir del casco urbano enseguida lo disfrutarás, es el silencio, la soledad, la naturaleza, en definitiva sentirte en el campo. Puedes ver la Iglesia Parroquial de la Ascensión de Nuestra Señora, la casa grande, los peirones y observar la arquitectura popular en la que se aprecia sensiblemente el paso del tiempo y la ausencia de sus gentes.


Seguimos nuestro camino y bajamos hasta el Barranco de la Sancha, que cruzamos sin problemas y ascendemos dejando el barranco bajo nuestro pies. Tomamos una pista bien trazada que se llama el Camino de Lechago e iniciamos el regreso hacia Cuencabuena. Podremos observar y disfrutar de otros buenos ejemplares de chopos cabeceros.


Y asía pasito a pasito y en un ambiente muy tranquilo y fresco llegaremos a una planicie denominada "El Plano" y que como casi toda la ruta está dominada por tierras de cultivo. A la izquierda veremos un barranco que nos llevaría a la carretea que conduce a nuestro destino. Pero tomamos unos cruces a la derecha que nos conduce a una especie de Muela. Unos cerros que en su parte mal alta es llana, por eso se le llama muela. Aquí nos encontramos con algunas construcciones típicas destinadas al ganado, las parideras.


Pequeña ascensión a lo más alto para podes disfrutar de una excelente vista panorámica de la zona y proseguimos nuestro camino. Muy recomendable salirse de la pista y subir a este lugar.


Descendemos hasta el fondo del final de un barranco. Podemos seguir adelante hasta la carretera y barranco de Cuencabuena que nos llevaría a nuestro inicio de la ruta pero recomiendo coger una senda que no hace remontar el barranco de San Martín y enseguida girar hacia la izquierda que nos llevará a la pista en la que hemos iniciado esta ruta y de allí regreso a Cuencabuena. Con lo que daremos por finalizada la excursión.


En definitiva, 16 kms. que conforman una excursión circular por unos parajes interesantes y tranquilos y que no tiene apenas dificultad. Mejor hacer esta ruta en invierno y cuando el terreno no esté mojado, ya que el barro se pega a la zapatilla y es muy incómodo.