El nacimiento del Río Pitarque

Practicar senderismo y perdernos por cualquiera de los interminables y preciosos rincones que esconde la provincia de Teruel. La comarca del Maestrazgo nos ofrece muchas opciones para ello, pero sin duda, una de las más conocidas y visitadas es la ruta del Nacimiento del Río Pitarque, una ruta sencilla, corta y muy bonita que nos muestra paisajes espectaculares. Este hermoso rincón del Maestrazgo constituye uno de los escenarios que no puedes perderte si quieres practicar senderismo en un entorno natural único. El Pitarque es un río vivo de aguas cristalinas que mana a borbotones de la misma roca a través de dos ‘ojos’ o surgencias kársticas. A lo largo de su recorrido se alternan profundas pozas de aguas cristalinas y pequeños saltos de agua.

Para llegar allí se transita por carreteras estrechas y con muchas curvas, por lo que se debe tener especial atención y cuidado. Recomendamos ir parando en los miradores habilitados para contemplar las extraordinarias vistas del paisaje que os iréis encontrando de camino a Pitarque.

Pitarque es un pueblo como todos esos pueblos del Maestrazgo, hecho entre piedra y cal, rodeado de una vegetación parca aunque allí nazca la vida junto al agua. El patrimonio de Pitarque, para mí, se concentra en estos aspectos: la naturaleza, su arquitectura popular y sus gentes. Sí, porque las gentes en Pitarque son pocas pero como, por otra parte – y de manera general –, en toda la comarca la amabilidad es lo que más abunda.

En las calles de Pitarque encontraremos las primeras señales que nos indican el camino. La ruta está bien señalizada, y sigue todo el rato la misma senda, por lo que no tiene pérdida. La ida y la vuelta se puede hacer por el mismo camino (10 Km en total, sumando ambas). El río Pitarque, afluente del Guadalope, surge en la hoz formada entre la Peña de la Virgen y Peñarrubia. Remontar su curso hasta el nacimiento supone ir en busca de un Monumento Natural. 

Desde el pueblo de Pitarque seguiremos los paneles informativos y las señales que nos orientaran para tomar una senda en muy buen estado que discurre entre huertos y campos. Poco a poco nos iremos adentrando en el valle, entre grandes montañas calcáreas presididas por la cima del monte Peñarrubía, y bajo la atenta mirada de aves rapaces como el buitre leonado, que suelen frecuentar la zona. Escuchamos atentamente los sonidos del entorno.

Tras descender una cuesta más o menos pronunciada que te hace caminar por lugares tan pintorescos como la antigua herrería en la pared de la cual todavía se puede observar la silueta de dos herraduras, entras en el pista que, siempre acompañada por el rumor del agua, te conducirá hasta un lugar que para nada esperas.

Llegaremos a una ermita situada junto al camino, la ermita de la Virgen de la Peña, donde podremos hacer un alto en el camino. En este punto estamos casi a mitad del recorrido. Sorprende ver esta iglesia en medio del camino, con un enorme árbol justo delante. Un poco más adelante, el camino se bifurca y deberemos tomar la senda de la izquierda. Aquí nos adentramos en la zona más estrecha del valle, en la que el agua se va convirtiendo en protagonista, encontrándonos algunas pequeñas cascadas en nuestro camino.

Llevamos ya un rato viendo y oyendo el río, que queda metros más abajo de nuestra senda. Aún nos queda un ratito de andar para poder ver de dónde surgen estas aguas cristalinas. Tras dejar atrás la ermita, subimos la denominada Cuesta de la Virgen hasta alcanzar una impresionante cascada que cae con fuerza por la ladera de la montaña. Este es uno de los puntos más espectaculares de la ruta.

El recorrido continúa por un sendero que en época de riego explota en cascadas pero que en invierno están secas. También pasaremos por una antigua central hidroeléctrica, ahora abandonada, que se encargó de producir electricidad para Pitarque y muchos otros pueblos del Maestrazgo durante buena parte de la primera mitad del siglo pasado. En ese punto, el de la central eléctrica, vemos unas pequeñas garitas dedicadas a la vigilancia del lugar para evitar los boicots de los maquis, un grupo guerrillero antifascista que tuvo bastante actividad en la zona.

Cabe decir también, y como apunte histórico, que en la localidad de Pitarque – y en la ruta que lleva hasta el nacimiento del río – podemos encontrar diversos refugios antiaéreos y espacios en los que las gentes se resguardaban durante la Guerra Civil y años posteriores a ella. Ahora algunos convertidos en auténticos contenedores de basura… una pena.

Mientras camines, también, debes fijarte en las montañas que se encuentran a mano izquierda. Dicen que allí las piedras tienen formas humanoides y animaloides y, cierto, si le echas imaginación, algo de eso se ve. 

A partir de este momento, el valle se va estrechando y nos adentramos en el corazón del cañón del río Pitarque. La vegetación es cada vez más frondosa y el camino está encharcado en algunos tramos. Aquí el sonido del agua está muy presente ya que el río discurre unos metros más abajo.

Más cerca del nacimiento aparece una cueva con leyendas explicativas, que abunda en la naturaleza del omnipresente travertino en la zona: se trata de una roca porosa de baja densidad, formada por la precipitación de carbonatos disueltos en las aguas.

Ya es poco lo que queda de camino, pero todavía puedes asomarte hasta unas aguas tremendamente cristalinas, casi baleares, caribeñas si quieres, límpidas y claras, de colores turquesa y esmeralda, aguas en las que las truchas suelen campar a sus anchas o nadar a voluntad.

La entrada a la zona del Nacimiento del Pitarque es realmente mágica. De repente el paisaje cambia, y nos metemos dentro de una zona de roca erosionada por el agua, un lugar ciertamente sorprendente. Allí mismo veremos fluir el agua de numerosas oquedades de diferentes tamaños y formas, formando un entorno único y sorprendente.

Destaca por su forma la «chimenea», un caño formado por el agua en la roca, a través del cual y tras episodios de lluvias o tormentas, el agua cae con mucha fuerza, formando una estampa preciosa. Sí, cuando llueve mucho la cantidad de agua es tal que ésta acaba saliendo por una especie de chimenea a una presión enorme y que, según dicen, es un verdadero espectáculo.

Más adelante está el llamado Ojal de Malburgo, considerado como el lugar exacto de nacimiento del río, y un azud construido en tiempos de la central hidroeléctrica.

Puedes ahora dirigirte hasta la parte opuesta del nacimiento y llegar, a partir de una especie de desfiladero de corta longitud, hasta otro punto en el cual llega el agua que viene de Fortanete, y es que aquí tengo que deciros una cosa: en realidad el río Pitarque no nace en Pitarque sino en Fortanete pero allí se esconde tan rápidamente que casi no se deja ver y el río acaba explotando en Pitarque. Este camino está equipado con una sirga. Hay que tener un poco de cuidado. El espectáculo es emocionante… merece la pena pasar un buen rato en este lugar.

La vuelta la realizaremos por el mismo camino, obteniendo una perspectiva diferente, en la que poco a poco iremos viendo abrirse el valle. Al regresar, las cuestas de la ida se convierten en bajadas, con lo que el regreso es notablemente más rápido. El tiempo total de la excursión, dependiendo de los descansos y la forma física de los paseantes, está entre tres y cuatro horas. 

También está la posibilidad de coger una senda que sube desde la ermita de la Virgen hasta Peñarrubia. Es una zona aérea, escarpada y desde la que se aprecian panorámicas espectaculares. Y ya desde allí regresamos al pueblo...

La comarca del Maestrazgo nos ofrece muchas opciones, pero sin duda, una de las más conocidas y visitadas es la ruta del Nacimiento del Río Pitarque, una ruta sencilla, corta y muy bonita que nos muestra paisajes espectaculares, y que podemos complementar con una visita a Pitarque, Villarluengo o los Órganos de Montoro, para disfrutar de una completa jornada por el Maestrazgo turolense.