Senda de los ganchos y Calzada Romana (Oza)

La Selva de Oza es un lugar especial, mágico. Caminar por su bosque es como adentrarse en un cuento en el que la naturaleza te envuelve. La gran biodiversidad del lugar y sus paisajes salvajes realmente emocionan. Especialmente en los meses de otoño, la Selva de Oza se convierte en una delicia. Sin duda, uno de los mejores lugares de todo el Pirineo para disfrutar del otoño. 

Además, la Selva de Oza está repleta de historia. Aquí podemos encontrar restos de todas las épocas, desde restos megalíticos de los primeros pobladores pasando por la calzada romana que unía Roma con Cesarugusta, restos medievales e historias de los contrabandistas de los siglos XIX y XX.

Preciosa y espectacular ruta circular que parte del aparcamiento que hay frente al campamento Ramiro el Monje que pasa por la corona de los muertos, senda de los Ganchos, antiguo sendero de contrabandistas, la Vía Romana para llegar a nuestro punto de partida.

La ruta comienza en el parking de la Selva de Oza donde podemos dejar el coche, cruzamos la carretera y nos dirigimos hacia la izquierda por una pista que se adentra en el bosque. Enseguida encontramos el desvío señalizado hacia la Corona de los Muertos. En un par de minutos alcanzamos este lugar milenario y repleto de magia, historia de nuestro Pirineo. Se pueden ver varios círculos de piedras (120) casi ocultos por el denso bosque. Tras las investigaciones se sabe que comenzaron a construirse a finales del Neolítico (3.000 a.C). En la parte baja del yacimiento se concentran los ejemplares más recientes que son de finales de la primera Edad del Hierro (500 a.C). En principio se les atribuyó un carácter funerario. Sin embargo la ausencia de restos de cenizas, y las huellas de postes encontradas han obligado a los arqueólogos a seguir haciendo hipótesis. Parece ser que la explicación más razonable es que se trate de los restos de cabañas, cuya parte baja era de piedra y que se completaba con madera y pieles. Se han encontrado también restos de origen medieval.

Dejamos este lugar y seguimos una pista por el hayedo que nos llevará hasta el barranco de la Espata. Una empinada senda nos conduce hasta la fortaleza natural del Castillo d’Acher del que hablaremos otro día. Cruzamos el barranco por un puente y seguimos por el bosque donde podremos disfrutar de la exuberancia de su bosque de hayas. Este camino era un antiguo paso que utilizaban los contrabandistas.

De vez en cuando la senda se abre y te deja ver las grandes montañas que rodean la garganta de la Boca del Infierno, las vistas son realmente espectaculares, seguimos la senda y llegamos al antiguo campamento San Juan de Dios. La senda es un constante sube y baja y aunque los desniveles no son muy fuertes como los repites una y otra vez al final el desnivel acumulado se nota, la senda no tiene pérdida y está bien balizada y marcada. Hay que advertir que en esta ruta, hay varias ocasiones que el camino se aproxima mucho al barranco, por lo que hay que extremar las precauciones en esos tramos, sí el camino está mojado o está lloviendo pues hay que extremar aún más las precauciones, pues la senda de por sí ya es resbaladiza (sobre todo en otoño por la caída de las hojas).

Llegamos hasta el puente de Santa Ana por el que cruzamos el río Aragón Subordán y a partir de aquí el camino se suaviza mucho y en un cómodo llaneo llegamos a la carretera que cruzamos y empezamos a seguir las indicaciones de la Vía Romana para iniciar el camino de vuelta, este tramo también está bien balizado, no tiene perdida y es igual de espectacular que el anterior, rodeado de un precioso bosque de hayas, acebos, tejos…

Por la Vía Romana pasaban las legiones romanas y carruajes. Entrando por el Puerto del Palo, desciende por las Foyas y Guarrinza, pasando por la Boca del Infierno (el tramo mejor conservado), hasta el Valle de Echo, siguiendo el curso del Aragón Subordán hasta Puente la Reina.

En esta vía nos encontraremos con una antigua fortaleza llamada fuerte de Ysil mandada construir por Felipe II en el s. XVI, hoy en día se encuentra en ruinas, pero en su día fue Torre-vigía del paso entre España y Francia, cuando esta vía era muy utilizada. 

Continuamos la senda ya en suave descenso nos conducirá de nuevo al campamento de San Juan de Dios, donde hay un refugio forestal y para volver a donde hemos dejado el coche tenemos dos opciones, la primera es volver por donde hemos venido y la segunda es volver por la carretera. Un tramo de carretera muy recomendable, precioso. Para rematar la jornada, es obligatorio tomar una buena jarra de cerveza en la Cantina de Pascual. También es recomendable “minchar” un plato de huevos fritos con longaniza acompañados de unas patatas fritas muy ricas que nos sirven en la cantina y a la vez disfrutar de la sombra y frescura que nos proporciona el haya milenaria que preside el entorno.

Excursión sencilla, muy bonita para poder apreciar la fauna y flora de uno de los bosques más bonitos del Pirineo. Podemos completar la excursión visitando el Monasterio de Siresa y el pintoresco pueblo de Hecho.