La fábula del roble ancestral

Érase una vez un árbol ancestral que se erguía majestuoso en la ribera de un río que nutría toda la región. En su copa vivían cientos de animales que lo consideraban su hogar, mientras que en sus raíces se escondían otros que dependían del río para sobrevivir. El árbol era un símbolo de la naturaleza en su estado más puro, y todos lo admiraban y respetaban. En las ramas del árbol vivían aves de todo tipo, desde pequeños pájaros cantores hasta grandes rapaces que se alimentaban de las presas que cazaban en el río. También se encontraban ardillas que saltaban y correteaban de rama en rama. En las raíces del árbol, por su parte, se encontraban los peces y las ranas, quienes se escondían entre las ramificaciones y los huecos del árbol para protegerse de los depredadores. Cada uno de estos animales tenía una función importante en el ecosistema del río y su supervivencia dependía en gran medida del árbol ancestral.

Un día, un grupo de empresarios y políticos llegó a la región con una propuesta tentadora: construir un puente dorado que uniera las dos orillas del río y atrajera turismo y desarrollo económico a la zona. Los animales que vivían en el árbol y en el río se preocuparon al oír la noticia, ya que sabían que la construcción del puente implicaría cortar la raíz del árbol y cambiar para siempre el curso del río. Pero los promotores no quisieron escuchar las preocupaciones de los animales, y en su lugar utilizaron una estrategia de marketing agresiva para convencer a la gente de los beneficios que tendría la obra.

Los promotores utilizaron todos los recursos a su disposición para convencer a los habitantes de la zona de los supuestos beneficios de la construcción del puente dorado. Organizaron reuniones públicas en las que destacaban la creación de empleos y la llegada de turistas que traerían ingresos a la región. También utilizaron anuncios publicitarios y folletos informativos en los que se presentaba la obra como una oportunidad única para el progreso de la comunidad. Además, algunos de los empresarios y políticos utilizaron su poder e influencia para presionar a los habitantes de la zona y hacer que se alinearan con su visión. Sin embargo, a pesar de todo esto, algunos habitantes se mantuvieron escépticos y preocupados por las consecuencias que tendría la construcción del puente en el árbol y en el río.

Ante la negativa de promotores a escuchar las preocupaciones de los animales, estos se organizaron en un grupo de activistas y comenzaron a movilizarse para detener la obra. El líder de los animales era un sabio búho que conocía los secretos de la naturaleza y sabía que la construcción del puente sería una locura egocéntrica que destruiría lo más valioso que tenían.

El búho líder se acercó a un grupo de animales que vivían en el árbol y en el río para hablar con ellos sobre la construcción del puente dorado. Uno de ellos, una rana, se acercó a él y le preguntó con preocupación:

  • ¿Qué podemos hacer para detener la obra? Los empresarios y políticos parecen decididos a seguir adelante con el proyecto, sin importar las consecuencias.

El búho se posó sobre una rama cercana y respondió con sabiduría:

  • No podemos detenerlos por la fuerza, pero podemos hacer algo más poderoso: podemos unirnos como una sola voz y hacerles ver que la naturaleza no se rinde ante la ambición humana. Debemos movilizarnos y hacerles entender que el árbol y el río son más valiosos que cualquier puente dorado.

Un pez que estaba cerca se unió a la conversación y preguntó:

  • Pero, ¿cómo podemos hacer que nos escuchen? Ellos solo ven dinero y progreso, no les importa el medio ambiente ni los animales que viven aquí.

El búho les miró con calma y respondió:

  • Debemos demostrarles que la naturaleza tiene su propio ritmo, que no se puede controlar ni manipular. Quizás un desastre natural o una inundación que muestre que el río no puede ser domado. Entonces, tendrán que cambiar de opinión.

Los animales asintieron con determinación, sabiendo que la lucha por la naturaleza no sería fácil, pero que valía la pena intentarlo. Juntos, se pusieron en marcha para proteger el árbol y el río que tanto amaban y que les daba la vida. El búho sabía que la única manera de lograrlo era haciendo que los empresarios y políticos entendieran que la naturaleza no se podía controlar. Decidieron entonces hacer algo que llamaría la atención de todo el mundo y mostraría la importancia del río y el roble ancestral.

Un grupo de nutrias se ofreció a ayudar, y juntas comenzaron a construir una presa cerca del árbol. Las nutrias trabajaron diligentemente para construir la presa, utilizando ramas, hojas y barro para crear una estructura sólida que pudiera retener el agua. A medida que avanzaban en su tarea, el nivel del agua comenzó a subir y pronto llegó a los pies del árbol.

Pero los promotores eran poderosos y tenían recursos ilimitados, y poco a poco fueron avanzando con la construcción del puente. Los animales resistieron y lucharon con todas sus fuerzas, pero parecía que nada podía detener el avance de la obra.

Hasta que un día, por arte de magia, una gran inundación arrasó con todo a su paso. La tormenta fue de proporciones épicas. Los rayos iluminaron el cielo con un resplandor brillante, mientras que los truenos retumbaron a través del bosque. La lluvia caía en cortinas densas, sin cesar durante horas y horas, lo que hizo que los ríos y arroyos se desbordaran rápidamente.

Los animales se refugiaron en sus madrigueras y guaridas, tratando de protegerse de la fuerza de la tormenta. El viento soplaba tan fuerte que los árboles se tambaleaban y algunos incluso se partían en dos. Las olas en los ríos y arroyos se hicieron tan grandes que los peces y otros animales acuáticos fueron arrastrados hacia aguas desconocidas.

A medida que la tormenta arreciaba, la presa construida por las nutrias empezó a ceder. El agua acumulada en el embalse había alcanzado un nivel peligroso y la presión del agua era demasiado fuerte para la estructura construida por las nutrias. La presa se desmoronó y el agua se desbordó hacia el árbol.

Los animales del bosque observaban con horror mientras el agua se llevaba todo lo que se encontraba a su paso. El sonido ensordecedor de la inundación era atronador, y muchos animales temían por sus vidas. El árbol ofreció refugio a los animales que no podían escapar de la inundación, permitiéndoles subir a su tronco y ramas para estar a salvo del agua. También proporcionó un refugio para las aves, permitiéndoles posarse en sus ramas.

La presa construida por las nutrias ayudó a crear una corriente de agua más lenta, lo que les permitió a los animales del río nadar y mantenerse a salvo de ser arrastrados por la corriente. Además, algunos de los animales que vivían en el río se refugiaron en las raíces del árbol, que se extendían en el agua y les proporcionaban un lugar seguro.

El árbol se convirtió en un refugio vital para los animales durante la inundación, protegiéndolos de los peligros del agua y permitiéndoles sobrevivir hasta que la inundación finalmente disminuyó.

Finalmente, después de horas, la tormenta se calmó y la inundación disminuyó. Los animales salieron de sus refugios, aturdidos y desorientados, mientras inspeccionaban los daños causados por la inundación. A pesar de la tragedia, los animales del estaban agradecidos por la ayuda que habían recibido de las nutrias. Juntos, trabajaron para reconstruir el bosque y asegurarse de que estuviera mejor preparado para las futuras tormentas. La historia de la presa y la inundación se convirtió en una leyenda que se contó durante generaciones, recordando la importancia de trabajar juntos para enfrentar la adversidad.

El río, que los promotores creían que podían controlar, se había rebelado contra la obra. Los animales se salvaron gracias a su instinto y conocimiento de la naturaleza, mientras que los promotores de la obra perdieron todo lo que habían construido. 

A partir de ese momento, empresarios y políticos se dieron cuenta de que la naturaleza no podía ser controlada ni manipulada a su antojo, y que debían aprender a convivir en armonía con ella. Los animales se sintieron satisfechos de haber protegido lo que más amaban y de haber enseñado una valiosa lección a los seres humanos. Y así, la naturaleza siguió su curso, en equilibrio y armonía como siempre había sido.

Dijo el Búho: "La naturaleza siempre encuentra su camino, y vosotros humanos como seres inteligentes que sois debéis aprender a escucharla y respetarla para vivir en armonía con ella."…