El sacerdote guerrillero que humilló a Napoleón
El cura Merino: de la sotana al fusil, la historia del sacerdote guerrillero que humilló a Napoleón
La historia de España está llena de personajes que parecen sacados de una novela de aventuras. Entre ellos, pocos tan fascinantes como el cura Jerónimo Merino Cob, un sacerdote rural que cambió el púlpito por el monte y se convirtió en uno de los guerrilleros más temidos por el ejército de Napoleón.
Jerónimo Merino nació en 1769 en Villoviado, Burgos, en una familia campesina. Como muchos párrocos rurales de la época, llevaba una vida sencilla, más cerca del arado que de los debates teológicos. Pero en 1808, su destino cambió radicalmente con la llegada de las tropas francesas.
Un regimiento napoleónico se instaló en su pueblo y no tardó en demostrar el desprecio con el que trataban a los españoles. Tras una noche de saqueos, el oficial al mando ordenó que el cura cargara sobre sus espaldas los instrumentos musicales de la banda militar, humillándole frente a sus propios vecinos. Aquel acto, destinado a mostrar la supremacía del invasor, tuvo el efecto contrario: encendió en Merino una furia que lo transformaría en un guerrillero implacable.
Del altar al monte
Tras aquel humillante episodio, Merino rasgó su sotana, se armó con una escopeta y se refugió en el monte. Al principio, no era más que un hombre acompañado por su sobrino y un criado. Sin embargo, su determinación atrajo pronto a otros jóvenes de la comarca, dispuestos a luchar contra el invasor.
Merino entró en contacto con el Empecinado, uno de los grandes líderes de la guerrilla española, y juntos coordinaron operaciones para hostigar las líneas de comunicación francesas. La región de Burgos era estratégica: por allí pasaban las rutas que conectaban el norte de España con Madrid y Portugal, donde los franceses combatían contra las fuerzas británicas de Wellington.
La batalla de Dueñas: la consagración de un líder
El 22 de enero de 1810, Merino y sus hombres lograron su mayor victoria en la localidad palentina de Dueñas. Con una estrategia perfectamente ejecutada, atacaron por sorpresa a una división francesa y la aniquilaron, causando 1.500 bajas. Fue una victoria aplastante que demostró que el espíritu de resistencia española podía doblegar al todopoderoso ejército napoleónico.
De guerrillero a general
La fama de Merino creció a medida que acumulaba victorias. Su habilidad para golpear al enemigo y desaparecer en el monte le valió el respeto incluso de sus adversarios. Al final de la Guerra de Independencia, fue nombrado general y regresó a su pueblo, donde retomó sus labores como párroco.
Sin embargo, el espíritu combativo de Merino no se apagó. En las décadas siguientes, las guerras internas de España le arrastraron de nuevo al campo de batalla, primero con los absolutistas y más tarde con los carlistas. Su vida fue una constante lucha, siempre al servicio de lo que consideraba justo.
Un símbolo de resistencia
Hoy, Jerónimo Merino es recordado como un símbolo de la resistencia española. Su historia nos muestra cómo, en tiempos de adversidad, el coraje y la determinación pueden surgir en los lugares más inesperados. Un cura de pueblo, humillado por el invasor, se convirtió en uno de los líderes más temidos de la guerrilla, demostrando que, cuando un pueblo decide no rendirse, hasta el imperio más poderoso puede tambalearse.
Merino es una figura que, más allá de sus luces y sombras, encarna la lucha por la dignidad y la libertad. Su vida, marcada por la contradicción entre la fe y la guerra, nos invita a reflexionar sobre el papel de los héroes en nuestra historia.
La leyenda de la Virgen de Cigüela
En los convulsos años de la Edad Media, la península ibérica vivía un conflicto constante entre los reinos cristianos y musulmanes, una lucha que no solo era bélica, sino también cultural y espiritual. Torralba de Ribota, una pequeña villa situada en la provincia de Zaragoza, se vio atrapada en uno de esos episodios decisivos.
Era el año 1086, y las tropas moras, al mando de un general con ansias de expansión, cercaban el pueblo de Torralba de Ribota. La población, escasa en recursos, se encontraba al borde de la desesperación. Durante semanas, los vecinos sufrieron los embates de la guerra: hambre, sed y el temor a la inminente rendición o peor, el saqueo y la masacre. La muralla de la villa ya no podía contener el avance enemigo, y la situación parecía sin esperanza.
Los líderes cristianos de Torralba, conscientes de la imposibilidad de resistir mucho más, tomaron la decisión de capitular. Sin embargo, antes de hacer la rendición formal, un último esfuerzo fue planteado. Un emisario, un joven valiente de la villa, fue enviado a las colinas circundantes para negociar con el líder moro. Pero, cuando el emisario se aproximaba a la tienda del general, un grupo de guerreros moros lo interceptó. En un giro sorprendente, los cristianos tendieron una emboscada, lo que permitió al emisario escapar y dar aviso a los pueblos cercanos de Cervera de la Cañada y Aniñón.
Los cristianos de estos pueblos, que habían escuchado rumores del asedio, respondieron al llamado. A pesar de ser enormemente inferiores en número, se unieron para enfrentarse al ejército moro, sabiendo que la supervivencia de Torralba dependía de ese último esfuerzo.
La batalla se libró en el Barranco de Matamoros, un terreno empinado que discurre por las faldas de la sierra de Armantes, cerca del río Ribota. Era un lugar conocido por su difícil acceso, lo que lo convertía en un punto estratégico para una emboscada. La lucha fue feroz, pero algo extraño ocurrió en el transcurso del combate. La tradición cuenta que, en el momento más crítico, cuando todo parecía perdido para los cristianos, una figura celestial apareció sobre el campo de batalla: la Virgen de Cigüela. Su imagen, reluciente y rodeada de luz, se alzó en el aire, y fue entonces cuando los cristianos tomaron un renovado impulso.
La aparición de la Virgen no solo se percibió como un símbolo de protección divina, sino que inspiró un valor y una determinación inquebrantables en los soldados cristianos. La moral de las tropas se elevó, y con ello, la estrategia cambió. Los cristianos, movidos por un fervor religioso y la certeza de contar con la ayuda celestial, lograron desbordar a las fuerzas moras, que comenzaron a retirarse desconcertadas. Finalmente, los cristianos alcanzaron la victoria, logrando expulsar al ejército moro del barranco.
La historia de la batalla del Barranco de Matamoros perduró en la memoria colectiva de la región, tanto en las crónicas medievales como en la tradición popular. La Virgen de Cigüela, protectora de Torralba de Ribota, fue considerada la causa milagrosa de aquella victoria, y su culto creció en la región, consolidándose como un símbolo de la fe cristiana en tiempos de adversidad.
La victoria de Torralba de Ribota fue un punto de inflexión para las comunidades cristianas del área, que veían en la intervención de la Virgen un signo de que la lucha contra las fuerzas moras era justa y respaldada por lo divino. Con el tiempo, la imagen de la Virgen de Cigüela se convirtió en un emblema de resistencia y fe, y la batalla se celebró anualmente en las festividades locales, siempre recordando el milagro que salvó a los habitantes de Torralba.
Hoy, el Barranco de Matamoros es un lugar de peregrinación y recuerdo, donde los descendientes de aquellos valientes soldados siguen rindiendo homenaje a sus antepasados y a la Virgen que les otorgó la victoria. La historia no solo perdura en los relatos de los ancianos, sino también en las piedras que cuentan la lucha de un pueblo que, unido por la fe y la determinación, desafió lo imposible.
La finalidad de que tengas una mente abierta es llenarla con cosas que valgan la pena
En un mundo donde cada vez somos más conscientes de lo que consumimos físicamente, es curioso observar cómo pasamos por alto aquello con lo que alimentamos nuestra mente. Nos preocupamos por evitar alimentos ultraprocesados, azúcar refinado y productos que puedan ser perjudiciales para nuestro cuerpo, pero, ¿hacemos lo mismo con nuestras ideas, creencias y pensamientos?
La mente abierta es una virtud, un signo de inteligencia y humildad, pero también puede ser una puerta de entrada para contenidos que no siempre son valiosos. Al igual que vigilamos los ingredientes de lo que comemos, deberíamos revisar los "ingredientes" de lo que permitimos entrar en nuestra cabeza.
Hoy, vivimos rodeados de "youtubers ultraprocesados", que venden contenido superficial y sin sustancia; "oradoras refinadas", que pulen discursos vacíos hasta hacerlos parecer auténticos; y "expertos en psicología transgénica", que ofrecen soluciones enlatadas a problemas complejos. Este tipo de consumo mental no solo no nutre, sino que puede terminar saturándonos, dejándonos confundidos y hasta agotados.
Tener la mente abierta no significa aceptar todo lo que venga. Más bien, implica ser selectivo, crítico y reflexivo. Una mente abierta debe buscar cosas que valgan la pena: ideas que te hagan crecer, perspectivas que te reten a pensar de manera diferente y conocimientos que realmente aporten valor a tu vida.
De lo contrario, corremos el riesgo de sufrir lo que podríamos llamar una "indigestión mental": un exceso de información que no aporta nada, que no conecta y que solo sirve para llenar el vacío. Y lo peor, esto podría derivar en una "diarrea mental", un constante flujo de ideas sin filtro, mal elaboradas y repetitivas, que en lugar de enriquecer, confunden.
La clave está en ser tan cuidadosos con nuestra mente como lo somos con nuestro cuerpo. Antes de darle "clic" a un video, seguir a un gurú de moda o creer en la última tendencia, pregúntate: ¿esto realmente me aporta algo? ¿Me hace más sabio, más humano, más crítico? Si la respuesta es no, entonces quizá sea mejor dejarlo pasar.
La finalidad de tener una mente abierta no es llenarla con cualquier cosa, sino con aquello que verdaderamente enriquezca tu vida y te impulse a ser mejor. Así que mantén la puerta abierta, pero vigila bien quién o qué cruza ese umbral. Tu mente, al igual que tu cuerpo, merece ser nutrida con lo mejor.
Primera retransmisión de un partido de fútbol en la historia de la radio
La primera retransmisión radiofónica de un partido de fútbol de la historia tuvo lugar el 22 de enero de 1927 a través de la BBC con el encuentro que enfrentó al Arsenal contra el Sheffield United. La idea de retransmitir los partidos surgió unos meses antes por parte del periodista George Allison. Allison trabajaba en el Arsenal e hizo llegar a la dirección de la BBC su idea.
La radio pública británica tuvo que dejar aparcada la propuesta debido a las muchas trabas administrativas que se encontraba la emisora para poder llevar a cabo la retransmisión de cualquier tipo de evento. Pero todo cambió el 1 de enero de aquel 1927, tras recibir la BBC la Royal Charter [Carta Real], un decreto que convertía a la emisora en una corporación pública y, por lo tanto, la facultaba para poder retransmitir todos aquellos eventos que pudiesen ser considerados de interés general… Y el deporte (en este caso el fútbol) lo era.
Debido a las inclemencias del tiempo, en aquel frío mes de enero, se habilitó una caseta de madera junto al campo en la que se resguardó Henry Blythe Thornhill Wakelam (más conocido por el sobrenombre de Teddy Wakelam), el primer hombre que retransmitió un partido de fútbol y que había llegado a ser muy popular en su época por ser el capitán del equipo de rugby Harlequin FC.
La única duda que les quedaba era saber si los oyentes estarían preparados para comprender cómo se iba desarrollando el encuentro o en qué lugar del campo se producía cada jugada. Para ello, el productor de la emisora, Lance Sieveking, diseñó una plantilla que dividía el campo de juego en ocho áreas, siendo publicada antes de la disputa del partido en el semanario Radio Times, perteneciente a la BBC, y en el que aparecía toda la programación de la emisora. De este modo sabían que los oyentes estarían cómodamente sentados en el sofá de su casa, escuchando la retransmisión del partido de fútbol y siguiéndolo a la perfección al tener frente a ellos la plantilla guía.
Cualquier parecido con la realidad se parece a la realidad
Desde pequeños, muchos crecimos con la advertencia de nuestros padres: "No juzgues un libro por su portada" o "las apariencias engañan". Sin embargo, con el paso del tiempo y a base de experiencia, uno puede llegar a darse cuenta de que, en ocasiones, las apariencias no solo no engañan, sino que son un retrato fiel de la realidad.
Todos hemos vivido esos momentos en los que conocemos a alguien por primera vez y una alarma interna se enciende. Quizá es algo en su tono, en sus gestos, o simplemente en una sensación difícil de describir, pero algo nos dice: “Cuidado”. Y, ¿qué pasa al cabo de un tiempo? Constatas que esa intuición inicial no era un capricho ni una paranoia; había algo real detrás de esas primeras impresiones.
No siempre es así, claro está. A veces las apariencias sí pueden ser traicioneras. Pero lo que resulta interesante es la frecuencia con la que nuestra intuición acierta. Si descubres que tus primeras impresiones suelen estar en lo correcto, quizá sea momento de replantearte la conocida sabiduría popular y empezar a confiar un poco más en tu instinto. Al fin y al cabo, la intuición no es más que el resultado de años de experiencias acumuladas, procesadas de manera subconsciente.
La ciencia también respalda esto. Estudios en psicología sugieren que el cerebro humano es excepcionalmente rápido para identificar patrones, incluso cuando no somos plenamente conscientes de ellos. Por ejemplo, en cuestión de segundos, nuestro cerebro analiza aspectos como el lenguaje corporal, el tono de voz y las expresiones faciales de una persona y genera un juicio. Este juicio, aunque apresurado, está basado en datos reales que nuestro subconsciente procesa mucho más rápido que nuestra mente consciente.
Pero también hay que tener cuidado: confiar ciegamente en las primeras impresiones también puede llevarnos a cometer errores. Los prejuicios, las experiencias pasadas o incluso el estado de ánimo del momento pueden distorsionar nuestra percepción inicial. Aquí es donde entra el equilibrio: confiar en tu intuición cuando está basada en un alto porcentaje de aciertos, pero también estar dispuesto a reevaluar tus juicios si encuentras evidencia que los contradiga.
Al final, la clave está en el autoconocimiento. Si eres capaz de reconocer cuándo tus instintos suelen ser certeros y cuándo podrías estar influenciado por sesgos, habrás encontrado una herramienta valiosísima para navegar las complejidades de las relaciones humanas.
Así que, la próxima vez que tu intuición te diga algo sobre alguien, escucha. Puede que descubras que ese “presentimiento” no era otra cosa que tu experiencia hablándote al oído. Porque, en ocasiones, cualquier parecido con la realidad no solo se parece a la realidad: ¡es la realidad misma!
El Roscón de Reyes: Mucho más que un simple dulce
¿Sabías que el delicioso roscón de Reyes tiene orígenes mucho más antiguos de lo que imaginas?
Aunque hoy en día se asocia estrechamente con la Navidad y la llegada de los Reyes Magos, sus raíces se remontan a las antiguas celebraciones romanas.
Un viaje al pasado:
En la antigua Roma, se celebraban las Saturnales, festividades dedicadas al dios Saturno. Estas fiestas, que tenían lugar a mediados de diciembre, marcaban el final de los trabajos agrícolas y el inicio de un periodo de alegría y celebración. Durante las Saturnales, se preparaba una torta dulce con frutos secos y, más tarde, se le añadió un haba como símbolo de buena suerte.
De las Saturnales al roscón de Reyes:
Con el paso del tiempo y la expansión del cristianismo, muchas tradiciones paganas se fueron adaptando a las nuevas creencias. Así, la antigua torta romana se transformó en el roscón que conocemos hoy, y su consumo se asoció a la festividad de los Reyes Magos.
Un toque de realeza:
En Francia, durante el reinado de Luis XV, se introdujo una nueva costumbre: esconder una pequeña figura dentro del roscón. Aquel que la encontrara era coronado rey o reina de la fiesta. Con el tiempo, esta tradición se extendió a otros países, incluyendo España.
¿Por qué el haba y la figurita?
El haba: Representa la fertilidad y la buena suerte. Sin embargo, también puede ser un símbolo de mala suerte, ya que quien la encuentra suele tener que pagar el roscón.
La figurita: Simboliza al Niño Jesús y representa la alegría y la celebración.
El roscón de Reyes es mucho más que un simple dulce. Es una tradición que ha evolucionado a lo largo de los siglos, fusionando elementos de diferentes culturas y religiones. Al disfrutar de un roscón, estamos conectando con un pasado remoto y participando en una celebración que une a personas de todo el mundo.
El origen de los “quintos” y su relevancia histórica
El 8 de enero de 1442 marcó un momento decisivo en la organización militar de Castilla. En esa fecha, bajo el reinado de Juan II de Castilla, se promulgó oficialmente la normativa que establecía el sistema de reclutamiento conocido como “la quinta”. Este decreto estipulaba que uno de cada cinco jóvenes mayores de edad debía ser sorteado para unirse al ejército real, en lo que se denominó una “contribución de sangre”.
Esta medida, impulsada por la necesidad de mantener un ejército estable para defender y expandir los territorios del reino, ofrecía una alternativa a la aportación económica exigida a las comunidades. El sistema de quintas buscaba un equilibrio crucial: reclutar suficientes soldados para las campañas militares sin despojar a las aldeas y ciudades de la mano de obra joven necesaria para mantener la economía rural y los oficios artesanales.
El impacto de esta medida se extendió más allá de su propósito inicial. Con el paso del tiempo, el término “quinto” no solo designaba a los reclutas seleccionados, sino que también se convirtió en una forma de referirse a las personas de una misma generación o edad. Esto consolidó una tradición cultural y lingüística que ha perdurado hasta nuestros días, reflejada en expresiones como “ser de la misma quinta”.
La huella de la "quinta" en la cultura popular
La incorporación de los “quintos” al imaginario colectivo dio lugar a costumbres y celebraciones en las comunidades. En muchos pueblos, los jóvenes que cumplían la mayoría de edad y estaban sujetos al sorteo se despedían de sus familias con fiestas y rituales que marcaban su entrada en la adultez y su posible partida al servicio militar.
Aunque el sistema de quintas desapareció oficialmente en el siglo XX con la abolición del servicio militar obligatorio en España, su huella cultural persiste en los relatos históricos, la literatura y la tradición oral.
Una mirada al 8 de enero
Recordar el 8 de enero de 1442 nos invita a reflexionar sobre cómo decisiones políticas y sociales del pasado moldearon no solo la estructura de los ejércitos, sino también las dinámicas comunitarias y la manera en que entendemos el concepto de generación. A través de este sistema, los “quintos” se convirtieron en un símbolo de servicio y responsabilidad compartida, dejando una impronta imborrable en la historia de España.
Colungo - Asque - Alquezar
Naturaleza e Historia en el Somontano
En el corazón del Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara, esta ruta circular conecta Colungo, Asque y Alquézar, combinando espectaculares paisajes naturales con elementos históricos y culturales de gran valor. Ideal para senderistas de nivel moderado, este recorrido destaca por su accesibilidad y por su riqueza paisajística e histórica.
1. Comienzo en Colungo
Iniciamos la ruta en el encantador pueblo de Colungo, conocido por sus casas solariegas y la iglesia de Nuestra Señora del Pilar. Tras dejar el coche, nos adentramos en el sendero del GR-1, rodeados por vegetación típica de la Sierra de Guara, con olivos centenarios y monte bajo.
2. Hacia Asque por el Puente del Diablo
El sendero desciende hasta el Barranco del Fornocal, donde encontramos el impresionante Puente del Diablo. Según la leyenda, este puente fue construido con ayuda del mismísimo diablo, dejando su huella en el mortero fresco. Su estructura robusta conecta ambas orillas del barranco, ofreciendo un paso seguro y pintoresco hacia la subida que nos lleva a Asque.
3. Asque, tranquilidad en estado puro
Asque, un pequeño pueblo perteneciente al municipio de Colungo, nos recibe con su atmósfera tranquila. Las calles silenciosas y las vistas al Parque Cultural del Río Vero invitan a una pausa. Aunque no hay establecimientos abiertos, es un buen momento para reponer fuerzas y admirar su entorno.
4. El abrigo de Regacens, un vistazo a la prehistoria
Desde Asque, nos desviamos hacia el Abrigo de Regacens, un lugar protegido que alberga pinturas rupestres levantinas, declaradas Patrimonio de la Humanidad. Este testimonio del pasado remoto de la región se encuentra en un entorno accesible y ofrece una conexión única con la prehistoria.
5. Descenso al Cañón del Río Vero y el Puente de Villacantal
Volvemos al sendero principal para descender al Cañón del Río Vero. Tras zigzaguear por un paisaje de rocas calizas y vegetación de monte bajo, llegamos al Puente de Villacantal, una construcción románica del siglo XVI que atraviesa el río Vero y que destaca por su diseño robusto y peculiar.
6. Alquézar, un viaje al pasado
Alquézar se alza majestuosa sobre el cañón. Este pueblo medieval, declarado Conjunto Histórico Artístico, es famoso por su Colegiata de Santa María la Mayor, sus callejuelas empedradas y su ambiente único que transporta al visitante a otra época.
7. Las Pasarelas de Alquézar
Desde Alquézar, las famosas pasarelas del Río Vero ofrecen una perspectiva única del cañón. Estas estructuras metálicas, ancladas a las paredes de roca, permiten caminar a diferentes alturas mientras se disfruta de vistas espectaculares del río turquesa y las paredes calizas.
8. Regreso a Asque: El Puente de Fuendebaños
Abandonamos las pasarelas y seguimos el GR-1 hasta el Puente de Fuendebaños, construido para facilitar el acceso al antiguo molino. Sus tres arcos de medio punto son un vestigio de la ingeniería medieval y un lugar perfecto para una pausa fotográfica antes de continuar hacia Asque.
9. De Asque a Colungo: Fin de la Ruta
Regresamos desde Asque a Colungo por el mismo camino. Este tramo, rodeado de olivos centenarios y vegetación mediterránea, pone fin a una jornada completa de historia, naturaleza y paisajes inolvidables.
Ficha Técnica
Distancia: ~16 km
Desnivel acumulado: ~300 m
Dificultad: Moderada
Altitud mínima/máxima: 472 m / 698 m
Duración: ~5-6 horas
Esta ruta circular es una joya del Somontano que combina naturaleza, historia y tranquilidad. Desde los pequeños pueblos de Colungo y Asque, pasando por los puentes medievales y el cañón del río Vero, hasta el conjunto medieval de Alquézar y sus famosas pasarelas, este itinerario es una experiencia imprescindible para los amantes del senderismo y la cultura.
¿Te animas a descubrirlo?