Hernán Cortés hace ejecutar a Cuauhtémoc, último emperador azteca, en1525, en México.

El viento susurraba entre las copas de los ahuehuetes mientras Cuauhtémoc, un joven de mirada penetrante y porte majestuoso, observaba desde lo alto del Templo Mayor el bullicio de Tenochtitlán. La ciudad, corazón del poderoso Imperio Azteca, vibraba con la energía de su mercado, el canto de sus sacerdotes y el rumor constante de las aguas de la laguna.

Cuauhtémoc, hijo y nieto de reyes, había nacido bajo el presagio de un eclipse solar, un augurio que marcaría su destino. Desde pequeño, se distinguió por su inteligencia, valentía y espíritu indomable. Su educación en el calmecac y el telpochcali lo forjó como un guerrero excepcional, capaz de liderar con astucia y determinación.

La llegada de Hernán Cortés y sus hombres en 1519 perturbó la armonía del imperio. Cuauhtémoc, con apenas 25 años, intuyó el peligro que representaban los extranjeros. La matanza en el Templo Mayor y la posterior rebelión azteca encendieron la mecha de la guerra.

Cuauhtémoc se convirtió en uno de los principales líderes de la resistencia. Su arrojo en la batalla y su capacidad para inspirar a sus guerreros le granjearon el respeto y la admiración de su pueblo. Incluso increpó a Moctezuma por su actitud conciliadora con los españoles, proclamándolo "mujer de los españoles".

Tras la muerte de Moctezuma y Cuitláhuac, Cuauhtémoc fue elegido tlatoani en 1520. Su mandato estuvo marcado por la lucha sin cuartel contra los invasores. Reforzó las defensas de Tenochtitlán, reunió a las tribus aliadas y dirigió la resistencia con tenacidad y heroísmo.

Sin embargo, la superioridad militar española y la viruela diezmaron a los aztecas. La batalla final en Tlatelolco fue cruenta y despiadada. Cuauhtémoc, con la ciudad en ruinas y su pueblo agonizante, decidió escapar para continuar la lucha.

Capturado por los españoles, Cuauhtémoc se mantuvo firme e impávido ante Cortés. Le ofreció la rendición a cambio de la vida de su pueblo, pero el conquistador solo buscaba oro. Sometido a torturas inhumanas, Cuauhtémoc resistió con estoicismo, sin revelar el paradero del tesoro azteca.

Llevado como prisionero, Cuauhtémoc fue víctima de la paranoia y la ambición de Cortés. Sin pruebas ni juicio, el tlatoani y otros nobles fueron condenados a muerte. El 28 de febrero de 1525, Cuauhtémoc fue ahorcado, sellando el trágico destino del imperio azteca.

Cuauhtémoc, más que un tlatoani, se convirtió en un símbolo de la resistencia indígena frente al colonialismo. Su valor, sacrificio y dignidad inspiraron a generaciones de mexicanos que lo consideran un héroe nacional. Su legado pervive en la memoria colectiva como el último águila que luchó por la libertad de su pueblo.