¿Por qué se dice a Zaragoza o al charco?

No  busquéis en Zaragoza ningún charco. El dicho de « A Zaragoza o al charco» nada tiene que ver con la orografía zaragozana. La expresión «proviene de un antiguo cuento baturro en el que se escenifica la proverbial tozudez que se atribuye a los aragoneses».

Se cuenta que cuando Cristo andaba por el mundo se encontró con un aragonés, y le preguntó a dónde iba, éste le respondió:

        - A Zaragoza.

        - Si Dios quiere, replicó Cristo

Pero el aragonés insistió sin corregirse:

        - Que quiera o no, voy a Zaragoza».

Malhumorado Cristo, convirtió al aragonés en rana y lo arrojó violentamente a un charco vecino. Y allí lo tuvo varios días, obligándole a sufrir las inclemencias del tiempo, las pedradas de los zagales y otras mil calamidades. A los pocos días pasó por allí San Pedro que se había enterado de lo ocurrido. La rana cantaba y San Pedro pidió a Dios que lo cambiara a hombre otra vez, pues se había enmendado.

    - Pedro -señaló el Divino Maestro-, tu hablas así porque sabes lo "cabezones" que son los aragoneses, y si no, ya verás.

Cuando, terminada su misión, San Pedro se disponía a subir a los cielos, regresó al camino de Zaragoza para devolver al baturro a su ser y le volvió a preguntar sobre a dónde se dirigía.

    -Ya lo sabes, a Zaragoza, -dijo firmemente, más firmemente que la vez primera, el aragonés.

    -Si Dios quiere, hombre, si Dios quiere, -insistió San Pedro dulcemente.

    -Qué Dios ni qué... suplicaciones; ya te lo hi dicho: ¡A Zaragoza o al charco!

Y viendo el Apóstol que era inútil dominar aquel carácter, dejó al zaragozano seguir tranquilamente su camino.

"Si Dios quiere" es una de tantas expresiones religiosas que impregnaron el lenguaje como «adiós», «Dios se lo pague», «vaya usted con Dios» o «Gracias a Dios». Al hablar de futuro, la gente necesitaba añadir alguna fórmula pía como temiendo que, si afirmaba rotundamente una acción sin reconocer explícitamente que el futuro está en manos de Dios.